Necesitamos una comunicación corporativa basada en acciones
“Cada mentira que contamos es una deuda con la verdad. Y tarde o temprano hay que pagarla” pronunciaba el actor Jared Harris en el discurso final de la serie Chernobyl, interpretando al profesor Valeri Legásov. Aunque esta serie retrata un caso extremo, como fue el accidente nuclear producido en la URSS en 1986, nos deja una gran reflexión: ¿cuál puede llegar a ser el precio de las mentiras?
Si hablamos de comunicación corporativa, desde luego, puede ser una gran deuda. Cuando comunicamos algo que no es coherente con lo que hacemos, con nuestro propósito, nuestros valores y nuestra cultura, perdemos nuestra credibilidad, la confianza de los stakeholders y también reputación, algunos de los intangibles más importantes para las empresas.
La transformación digital y las redes sociales han revolucionado las formas de comunicar. Hoy en día, todo está interconectado constantemente y esto favorece que las incoherencias salgan a la luz y que lo hagan de una forma viral a gran velocidad. Por eso, las organizaciones deben ser conscientes de la importancia de la sinceridad y la transparencia, sobre todo a la hora de comunicar.
Nuestra reputación y nuestro éxito como compañía dependerá, en gran parte, de que haya coherencia entre lo que somos, lo que hacemos y cómo lo comunicamos. Es decir, que nuestra estrategia y acciones estén alineados con nuestra cultura, valores y propósito; y que lo comuniquemos de la forma más adecuada.
Además, también será fundamental que las empresas se sensibilicen y tengan en cuenta las realidades sociales, en una sociedad cada vez más exigente. Esto beneficiará a la compañía no solo en términos de reputación, sino también en la atracción y retención de talento, algo que en la actualidad puede resultar complicado, especialmente con el talento joven. Según la Encuesta Millennial 2019 de Deloitte, entre el rango de prioridades de los jóvenes destaca el generar un impacto positivo, trabajando en empresas que pongan en marcha iniciativas para conseguirlo. Las nuevas generaciones y en concreto los millennials, creen que las organizaciones deberían tener entre sus prioridades mejorar la sociedad.
Recientemente hemos visto como muchas compañías no han dudado en apoyar al movimiento antirracista #BlackLivesMatter a través de una publicación en sus redes sociales. Un ejemplo de ello ha sido IBM, que además ha pasado a la acción dejando de vender su software de reconocimiento facial ya que este tipo de tecnología puede usarse para promocionar la discriminación entre géneros, raza y etnia.
Las empresas son un gran altavoz y es muy importante que utilicen su repercusión para comunicar movimientos sociales que promuevan valores como la diversidad, la igualdad o la sostenibilidad; pero también es importante ser coherentes y actuar en base a ello como ha hecho la compañía tecnológica.
En este sentido, la crisis humanitaria del Covid-19, nos ha permitido detectar fácilmente cuáles son las compañías que actúan en base a su propósito, de verdad. Desde Fundación máshumano trabajamos con una importante red de empresas, que han demostrado su preocupación por la sociedad y por sus personas. Organizaciones que además han sabido comunicarlo. Y no solo eso, sino que han demostrado que este compromiso se traduce en una mejora en los índices de satisfacción de sus empleados y en mejores resultados.
Por eso, como dice como dice Juan Roig, presidente de Mercadona, en la cita recogida por Forbes “Tenemos que cumplir con el ejemplo propio. Las palabras conmueven, el ejemplo arrastra”.
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