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La Inteligencia emocional: elemento clave en la gestión empresarial

La creencia generalizada de que las personas más exitosas son aquellas que tienen un alto coeficiente intelectual ha ido cayendo en desuso.

Postulados que buscan comprender a las personas como seres multidimensionales, tales como la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, o la extendida propuesta de Daniel Goleman de la Inteligencia Emocional (IE), se han ido popularizando con el paso de los años.

La IE, particularmente, permite apreciar la importancia de las emociones, ya que estas influyen de manera determinante en nuestro día a día, e influencian gran parte de nuestros procesos de toma decisión.

Así las cosas, es posible afirmar que la inteligencia clásica, vinculada al análisis y a los procesos lógicos, tiene una baja correlación con una gestión efectiva de las emociones, pero que de llegar a dominarse, trae consigo una serie de beneficios, no sólo en el ámbito personal sino también en el ámbito profesional.

En el ámbito empresarial, cada vez son mas las empresas que invierten en la formación de sus empleados en inteligencia emocional. Este tipo de iniciativas derivan de la importancia que tiene para las empresas, en términos comerciales, que su personal sepa reconocer y gestionar sus emociones y las de sus clientes.

Así mismo, ser capaz de este tipo de procesos introspectivos es muy importante para resaltar como líder dentro de una organización. La inteligencia emocional le permite a los empleados escuchar, analizar, interpretar y comunicarse de forma eficiente, reconocer sus necesidades y las de los equipos, y facilita las relaciones interpersonales, entre otros.

Es por esta razón que actualmente muchos procesos de selección de personal en las empresas, se centran en el desempeño de los candidatos en situaciones de alta exigencia, estrés o incomodidad, para de esta manera poder examinar su capacidad para gestionar sus emociones.

Esto significa que las empresas ya no solo necesitan personas que estén intelectual y técnicamente preparadas, sino que además valoran de forma muy positiva la adaptabilidad, resolución, empatía y capacidades comunicativas en los candidatos.

Algunas formas de fortalecer este tipo de habilidades son:

  1. Conocerse a sí mismo: Es necesario ser consciente de nuestras emociones y sentimientos y como estos repercuten en nuestra forma de actuar. La dinámica empresarial ayudará a trabajar el uso del cerebro emocional y el cerebro racional.

  2. Mente sobre cuerpo: Es importante aprender a identificar los pensamientos desagradables y poco racionales que nos llevan a emociones negativas. Es fundamental aprender a gestionar y controlarse a sí mismo, cuestionar los pensamientos y comportamientos desagradables, y reemplazarlos por otros más edificantes que no generen estrés.

  3. La respiración: Ser conscientes de nuestra respiración no solo mejorará nuestro funcionamiento cerebral, sino que además es una herramienta clave para la gestión del estrés y el enfado. La respiración consciente nos ayuda a reducirlos, y por consiguiente, ayuda a mantener un buen ambiente laboral.

  4. Empatía: Tratar de conectar, escuchar, y reconocer las necesidades del equipo de trabajo es fundamental para los procesos internos. Lo anterior es conocido como mindfulness, o la plena conciencia de las emociones, la cual genera interés en el interlocutor y permite a los empleados a participar de forma activa en las realidades ajenas.

  5. Adaptabilidad: Es importante aprender a expresar nuestras emociones y actuar de una forma en la que estemos cómodos, sin incordiar a los demás. Esto tiene que ver con el estilo que tiene cada persona de establecer sus relaciones interpersonales, y por lo cual aprender a gestionar las diferentes formas y estilos de relacionarse, es fundamental para un buen ambiente laboral.

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